Mejores tortas de la pastelería argentina

 

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Sabido es que la cultura argentina recibió influencias de otros países.

La cocina argentina en general no es la excepción y se nutre de productos locales e influencias externas.

Los dulces típicos fueron cambiando, y también las presentaciones y las porciones.

La pastelería argentina fue evolucionando con los tiempos y ahora se ha vuelto más moderna y práctica.

Antes, para ir de visita a una casa había que llevar una bandeja de masas finas, una costumbre hoy en desuso.

Y hace décadas, tomar el té era todo un plan, que implicaba ir a una confitería o poner la mesa con la vajilla de porcelana en casa.

Hay dos sabores imbatibles en el paladar argentino: dulce de leche y chocolate.

¿Cuáles son las mejores tortas que podemos comer en Argentina?

Con motivo de cumplirse 50 años de la Federación de Trabajadores Pasteleros de la Argentina, lo festejaron a lo grande con una exposición de tortas.

En el marco de dicho evento el Director de la escuela hizo una selección de las 10 tortas emblemáticas que marcan la historia de la pastelería argentina.

Aquí las mostramos cómo y de qué están hechas y relatamos su origen:

 

Fuente: http://www.clarin.com/sociedad

Imperial ruso: Mejores tortas argentinas

Imperial ruso.

Lo inventaron a principios del siglo XX en la desaparecida Confitería El Molino.

Los pasteleros del Molino crearon este postre como un homenaje a la extinta dinastía de los zares luego de la Revolución Rusa.

Lleva pionono, crema de manteca, merengue francés y decoraciones de chocolate.

Leguizamo: Mejores Tortas Argentinas

Leguisamo.

La historia oficial cuenta que el jocker Irineo Leguisamo era habitué de la confitería Las Violetas, en Almagro.

Y que pidió que le hicieran una torta en su homenaje.

El pastelero cumplió: hojaldre, pionono, dulce de leche, crema de manteca y castañas en almíbar, más un forro de pasta de fondant y almendras picadas por encima.

Un sabor poderoso que reinó en las confiterías porteñas por años.

Chajá: : Mejores Tortas Argentinas
Chajá. 

Esta torta no tiene su origen en Argentina, sino en Uruguay.

La creó en 1927 Orlando Castellano, propietario de la confitería Las Familias de la ciudad uruguaya de Paisandú.

El nombre es un homejaje al chajá, un pájaro de abundante plumaje.

La torta es una abundancia de bizcochuelo, merengue, crema, durazno y frutilla, aunque en algunas versiones más modernas le han incorporado dulce de leche y chocolate.

Balcarce: : Mejores Tortas Argentinas

Balcarce.

Aunque técnicamente se lo considera un postre, se metió en el top 10 argentino.

¿Quién no lo comió al menos una vez?

Lleva ingredientes sencillos y es aceptado por cualquier paladar.

La imbatible combinación de bizcochuelo, merengue, dulce de leche, crema chantilly, castañas en almíbar y cubierta de azúcar impalpable fue creada en 1950 por los reposteros de la confitería París de la ciudad de Balcarce, de donde tomó su nombre.

Selva Negra: : Mejores Tortas Argentinas
Selva negra. 

Es una torta centenaria: su origen se ubica en Alemania, en el siglo XVI.

Su nombre evoca la región de ese país conocida por sus cerezas algo agrias, de las que se obtiene el kirsch.

Es también una de las tortas clásicas de la pastelería argentina.

En la versión nacional lleva bizcochuelo de cacao y almendras, crema chantilly, cereza al maraschino y virutas de chocolate en la cubierta.

Lemon Pie: : Mejores Tortas Argentinas
 Lemon pie.

Los inmigrantes británicos la trajeron al país y de su five o’clock tea pasó a las mesas de todos.

El director de la escuela de la Escuela de Pastelería Profesional de la federación argentina asegura que “es una de las tartas más elegidas por el público”.

Se hace con una base de masa quebrada dulce, una crema untuosa de limón (el lemon curd) y una cobertura de merengue.

Pasta Frola : Mejores Tortas Argentinas
 Pasta frola.

La crostata que tuvo su origen en las manos de las religiosas que habitaban en el monasterio de San Gregorio Armeno en Nápoles.

Fueron los inmigrantes italianos quienes la trajeron acá y se metió de lleno en el paladar de los argentinos.

Su nombre deriva de “pasta froila” y lleva una masa quebrada rica en manteca con polvo de hornear y dulce de membrillo, aunque con el tiempo se probaron otros dulces como el de batata, frambuesa y nuestro querido dulce de leche.

Rogel: Mejores Tortas Argentinas
 Rogel.

El director de la escuela de la federación de pasteleros de Argentina sostiene que , “es un alfajor, el postre tradicional de nuestro país”.

El pastelero cuenta que lo creó un matrimonio del barrio porteño de Belgrano, que tomaron como base una receta europea para la masa y así llegaron a este clásico alfajor gigante con una masa de harina, yema y manteca.

El verdadero rogel lleva cuatro capas con generoso dulce de leche entre cada una de ellas, y una cobertura de merengue italiano.

Tiramisú: Mejores Tortas Argentinas
 Tiramisú.

Cuenta la historia que nació en la década del 50 en los burdeles de la región italiana de Treviso, donde los hombres iban a “dispersarse”.

La madama de uno de ellos les ofrecía a sus clientes como cortesía este dulce.

Los inmigrantes italianos comenzaron a preparalo en sus casas en la segunda mitad del siglo XX.

En los 90 se masificó, con el ingreso al mercado del mascarpone, el queso que se usa en su versión original.

Lleva vainillas o un bizcochuelo liviano, crema de queso, almibar de café y cacao amargo o virutas de chocolate para decorar.

Cheesecake: Mejores Tortas Argentinas
 Cheesecake.

A fines del siglo XIX, un fabricante de quesos intentaba reproducir en Nueva York una variedad francesa y de casualidad obtuvo otro suave y cremoso, que años después distribuyó en papel de aluminio con el nombre de una ciudad.

El philadelphia cream cheese es la base del cheesecake, quizás la torta más popular de Nueva York, donde cada cafetería tiene su versión.

En Argentina la apertura de la importación en los 90 trajo el Philadelphia y con él desembarcó el cheesecake, que ya es un infaltable en panaderías, pastelerías y bares porteños.

Lleva una base de galletitas dulces y manteca, una crema de queso y una cubierta con mermelada o frutos rojos.

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