Es la capital política de Japón y está localizado en el centro-este de la isla de Honshu, específicamente en la región de Kanto.
En la actualidad Tokio es uno de las urbes más importantes del planeta y uno de los principales centros financieros. La ciudad tiene un número menor de rascacielos en comparación con otras ciudades de su magnitud, debido principalmente al riesgo de terremotos.
El transporte público intraurbano se basa principalmente en la red ferroviaria y de metro. Combinados, reúnen más de 70 líneas, formando la red ferroviaria urbana más extensa del mundo.
Comer en Tokio es fácil y no es nada caro. Por donde quiera que vayamos nos encontraremos con cientos de restaurantes muy buenos. El comer puede convertirse en una toda una experiencia y más si somos osados o curiosos. Recordemos que Tokio no es solo sushi ni sashimi, si bien hay que reconocer que el pescado es una parte importante de su dieta, pero podemos pasar perfectamente una semana sin probarlos.
Podremos encontrar comida de todo tipo, principalmente japonesa y china obviamente, pero también muy buena comida occidental, (como italiana y española). Hay que tener cuidado a la hora de pedir, ya que muchos de los platos aunque no se indiquen vienen acompañados de sopa, arroz blanco o frito y te, y puede pasar que al pedir dos platos se encuentra con dos platos, dos sopas, dos bols de arroz o dos tes.
La mayoría de los restaurantes tienen en la puerta la carta con los precios, y muchos de ellos también muestran reproducciones en cera de la comida que son idénticas en cantidad y aspecto a lo que nos servirán.
Sus principales atracciones resultan de una mezcla de cultura, sociedad y política, y son precisamente estas cualidades las que dotan a esta ciudad de un caracter propio y especial para cualquier visitante. Sin dudas, Tokio es un destino inolvidable.
Es un lugar de contrastes, donde el salvaje espíritu consumista que hoy poseen los japoneses contrasta con lo que era la tranquilidad de las antiguas tradiciones legendarias. Por ejemplo, a la sombra de los rascacielos todavía se pueden encontrar calles plagadas de minúsculas tiendecitas y abarrotados restaurantes que abren hasta altas horas de la noche.